Un intenso placer naciente,
de un leve roce al pasar,
va invadiendo si freno la mente,
avanzando y sin vacilar.
Una brisa de aire caliente,
recorre deprisa la piel,
erizándola febrilmente,
como a un fino papel.
Cosquilleos inundan el cuerpo,
Haciéndolo intensamente danzar,
Llevar frenéticamente un ritmo,
El del creciente gozar
Entre espasmos y jadeos,
el placer comienza a estallar,
entregándose así dos almas,
que por siempre unidas irán.