domingo, 30 de noviembre de 2008

Crónicas de un amor desesperado

Siento una gran impotencia cuando, sin ser consciente, te persigo con la mirada mientras tú te desplazas de un lugar a otro, ignorando mi interés hacia ti.
Me causa mucha tristeza descubrirme pensándote tan a menudo… y soñándote, y buscando excusas para poder verte y que hables conmigo…

Trato de rehacer mi vida, de olvidarte, pero siempre hay un punto, por el cual acabo fracasando en mi intento… Normalmente es mi falta de paciencia, o quizás es tu insistencia por hablarme, quien sabe… No puedo culparte, pues, sé que tú no sabes nada, ni tampoco quiero que lo sepas. Es solo que es muy doloroso ver tu forma de tratarme (como un padre trataría a su hija). Claro, que aquí hay una diferencia: Ni yo soy tu hija, ni nada parecido. Pero aún así, tú juegas a adjudicarte ese rol que no te pertenece. A veces, simplemente estás pendiente de mí, y otras verdaderamente actúas de padre. También juegas mucho a picarme, o tratar de ponerme celosa (al menos yo lo interpreto así porque, ¿qué explicación se le da a que, cada vez que pasas por mi lado, comentes a cualquiera de las chicas que hay alrededor?).

Estaría bien que tú pusieras un poco de tu parte. Sólo eso, ayudarme para que así yo continúe viviendo, y no me vuelva loca si no te veo, o no hablo contigo.
Para que así dejes de ser mi droga maligna. Porque te has convertido en eso: Una droga muy peligrosa que va afectando poco a poco, y pasando desapercibida por mi cabeza. El problema, que en este caso la metadona no sirve…

¿Me harás ese favor de dejar que avance?

sábado, 22 de noviembre de 2008

25-11-08, DÍA MUNDIAL CONTRA EL MALTRATO DE GÉNERO.


Me siento cada vez más atemorizada por tus amenazas. Tus besos, ya no son lo que eran. Tus caricias, queman mi piel centrímeto a centrímetro, dejando tras ellas como único rastro, dolor. Poco a poco, vas consumiéndome con cada golpe, con cada insulto, con cada grito.
¿Es que ya no me amas?
Cuando va acercándose la hora de tu llegada, mis gestos van entorpeciéndose, mi cuerpo va perdiendo agilidad, mi mente va cayendo lentamente, en un agujero negro donde sólo existe amargura y soledad. Cuando llegas al umbral de la puerta, todo se repite una y otra vez: Mi cabeza comienza a dar vueltas, tú me gritas instándome que vaya a tus brazos, cada vez con más brusquedad. Yo me bloqueo por el miedo a tus reacciones, y entonces, comienza la atrocidad: Tú empiezas a perder el control de tu cuerpo, y aumentas la violencia de tus palabras. Como ya, ni eso te alivia, utilizas tus manos para expresar tu enfado. Relatas razones absurdas para justificar tu cabreo, y así limpias tu conciencia, o al menos momentáneamente. Luego lo solucionas con regalos y promesas que nunca llegan.

Me he planteado muchas veces dejarte, olvidarme de ti, alejarme de todo esto. Otras muchas he ido a la comisaría, para denunciarte, pero siempre me arrepiento y abandono la idea. Esto ocurre, porque me planteo la vida sin ti, y no la veo posible. Sin ti no soy nada.

Hoy, como cualquier otro día, llegaste a casa, y todo se volvió a reproducir, tal y como tantas otras veces ha ocurrido. Sólo ha habido una diferencia: Esta vez has ido demasiado lejos. Con uno de los muchos golpes que me has dado, me has tirado contra una columna, y no contento con eso, me has destrozado la cabeza con múltiples patadas. Ahora mi cuerpo yace inerte sobre el frío mármol de nuestra casa, esa en la que tantas veces me amaste y me cuidaste; esa en la que tantas otras me gritaste, pegaste e insultaste. ¿Por qué cambiaste?

Yo no he sabido actuar correctamente ante este infierno, pero vosotros, tenéis mucha vida por delante. Jamás caigáis en mi mismo error. Nunca dejéis que nadie se apodere de vuestras vidas, pues nadie posee ese derecho. No dejéis de valoraros, ni de valorar la vida de los demás, pues todos somos iguales.
Por suerte, cada vez son más las personas que denuncian estos maltratos. ¡Seguid su ejemplo!!