Me siento cada vez más atemorizada por tus amenazas. Tus besos, ya no son lo que eran. Tus caricias, queman mi piel centrímeto a centrímetro, dejando tras ellas como único rastro, dolor. Poco a poco, vas consumiéndome con cada golpe, con cada insulto, con cada grito.
¿Es que ya no me amas?
Cuando va acercándose la hora de tu llegada, mis gestos van entorpeciéndose, mi cuerpo va perdiendo agilidad, mi mente va cayendo lentamente, en un agujero negro donde sólo existe amargura y soledad. Cuando llegas al umbral de la puerta, todo se repite una y otra vez: Mi cabeza comienza a dar vueltas, tú me gritas instándome que vaya a tus brazos, cada vez con más brusquedad. Yo me bloqueo por el miedo a tus reacciones, y entonces, comienza la atrocidad: Tú empiezas a perder el control de tu cuerpo, y aumentas la violencia de tus palabras. Como ya, ni eso te alivia, utilizas tus manos para expresar tu enfado. Relatas razones absurdas para justificar tu cabreo, y así limpias tu conciencia, o al menos momentáneamente. Luego lo solucionas con regalos y promesas que nunca llegan.
Me he planteado muchas veces dejarte, olvidarme de ti, alejarme de todo esto. Otras muchas he ido a la comisaría, para denunciarte, pero siempre me arrepiento y abandono la idea. Esto ocurre, porque me planteo la vida sin ti, y no la veo posible. Sin ti no soy nada.
Hoy, como cualquier otro día, llegaste a casa, y todo se volvió a reproducir, tal y como tantas otras veces ha ocurrido. Sólo ha habido una diferencia: Esta vez has ido demasiado lejos. Con uno de los muchos golpes que me has dado, me has tirado contra una columna, y no contento con eso, me has destrozado la cabeza con múltiples patadas. Ahora mi cuerpo yace inerte sobre el frío mármol de nuestra casa, esa en la que tantas veces me amaste y me cuidaste; esa en la que tantas otras me gritaste, pegaste e insultaste. ¿Por qué cambiaste?
Yo no he sabido actuar correctamente ante este infierno, pero vosotros, tenéis mucha vida por delante. Jamás caigáis en mi mismo error. Nunca dejéis que nadie se apodere de vuestras vidas, pues nadie posee ese derecho. No dejéis de valoraros, ni de valorar la vida de los demás, pues todos somos iguales.
Por suerte, cada vez son más las personas que denuncian estos maltratos. ¡Seguid su ejemplo!!
¿Es que ya no me amas?
Cuando va acercándose la hora de tu llegada, mis gestos van entorpeciéndose, mi cuerpo va perdiendo agilidad, mi mente va cayendo lentamente, en un agujero negro donde sólo existe amargura y soledad. Cuando llegas al umbral de la puerta, todo se repite una y otra vez: Mi cabeza comienza a dar vueltas, tú me gritas instándome que vaya a tus brazos, cada vez con más brusquedad. Yo me bloqueo por el miedo a tus reacciones, y entonces, comienza la atrocidad: Tú empiezas a perder el control de tu cuerpo, y aumentas la violencia de tus palabras. Como ya, ni eso te alivia, utilizas tus manos para expresar tu enfado. Relatas razones absurdas para justificar tu cabreo, y así limpias tu conciencia, o al menos momentáneamente. Luego lo solucionas con regalos y promesas que nunca llegan.
Me he planteado muchas veces dejarte, olvidarme de ti, alejarme de todo esto. Otras muchas he ido a la comisaría, para denunciarte, pero siempre me arrepiento y abandono la idea. Esto ocurre, porque me planteo la vida sin ti, y no la veo posible. Sin ti no soy nada.
Hoy, como cualquier otro día, llegaste a casa, y todo se volvió a reproducir, tal y como tantas otras veces ha ocurrido. Sólo ha habido una diferencia: Esta vez has ido demasiado lejos. Con uno de los muchos golpes que me has dado, me has tirado contra una columna, y no contento con eso, me has destrozado la cabeza con múltiples patadas. Ahora mi cuerpo yace inerte sobre el frío mármol de nuestra casa, esa en la que tantas veces me amaste y me cuidaste; esa en la que tantas otras me gritaste, pegaste e insultaste. ¿Por qué cambiaste?
Yo no he sabido actuar correctamente ante este infierno, pero vosotros, tenéis mucha vida por delante. Jamás caigáis en mi mismo error. Nunca dejéis que nadie se apodere de vuestras vidas, pues nadie posee ese derecho. No dejéis de valoraros, ni de valorar la vida de los demás, pues todos somos iguales.
Por suerte, cada vez son más las personas que denuncian estos maltratos. ¡Seguid su ejemplo!!
2 comentarios:
mira que bien! agrégame ^^ domin6666@hotmail.com lo siento lo siento lo siento no me puedo leer la actualización es que tengo mucha prisa :( pero keria comentarte!
un beso!
prometo qe otro día me la leo!
muaa!
No sabía que el 25 fuera el "día mundial contra el maltrato de género", aunque la casualidad hizo que el dia 27 publicara en mi blog algo referente al problema. . .una "solución". . .algo utópico, de momento. . .
Este es el link, por si te apetece leerlo:
http://jimsadob.blogspot.com/2008/11/utopia.html
Besos
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