Una noche cualquiera, en un cumpleaños típico, con un grupo de amigos en una cafetería perdida en un mar de tiendas dentro de un océano de miradas desconocidas. Continuación en una avalancha de comida rápida, ya a solas una pareja enamorada. Y entonces, un encuentro desafortunado…
Él, un hombre de edad madura; ella, una muchacha que apenas comienza a desplegar sus alas de mariposa adulta. Sus miradas se encuentran en un veloz segundo, en los que no se dicen nada, y sin embargo lo reflejan todo. Un torrente de amor frustrado, prohibido, inalcanzable. Un sinfín de momentos furtivos en los que dieron tanto y disfrutaron tan poco. Cada uno continúa con su camino, acompañados por su media naranja, esa que todos creen, pero con el corazón tocado por esos sentimientos que tanto entristecen a tantos, que se adueñan de cualquier situación y la arruinan… la nostalgia y el desamor; la tristeza por sentirse amados y sin embargo no poder entregarse a ese amor porque otra persona se lo llevó todo… y no puede devolverlo, porque así se arropa y se protege de haber entregado lo que tanto valoraba: sus últimas pinceladas de amor ingenuo, fresco, adolescente; sus últimas esperanzas de vivir esos momentos de locura desenfrenada con un amor despreocupado, fuerte, febril...
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