domingo, 27 de mayo de 2012

Marionetas

Sólo hay que observar el entorno que rodea nuestro mundo, para darse cuenta de que nadie es lo que dice ser. Un gran ejemplo de ello es la típica vecina cincuentona que, en vez de preocuparse por su matrimonio que cae a pique, diariamente dedica 2 horas por la mañana a cotillear sobre qué hombre subió la noche anterior a casa a la vecina. Hay otro ejemplo, que es el del adolescente que quiere dar la imagen de rebelde insostenible, cuando en realidad es un “cachito de cielo”. Y otro más, que es el del niño que entra a un súper mercado con su madre, que le dice: “Cariño, si te portas bien, cuando terminemos de hacer las compras te daré un”: aquí hay conflictos, ya que algunas mamás optan por el “chocolate”, otras por “un juguete en el todo a 100”, e incluso está ese modelo modernizado, que chantajea a su hijo con la televisión e incluso los videojuegos. El chico sólo se estará quieto porque espera la recompensa, aunque el resto del día sea un verdadero demonio. Simplemente hay que prestar atención para comprender que, por más que unos hablen de otros y se hagan ver anormalmente dichosos, no dejan de ser meras marionetas manejadas por unos hilos cuyos propietarios somos cada uno de nosotros, integrantes de una sociedad que, al parecer, idolatra la perfección, aunque eso suponga aparentar, y olvidar la realidad hasta el punto de que, cuando el proceso quiere ser revertido, hay grandes posibilidades de que este conjunto de experiencias queden anuladas bajo el efecto embriagador de las dulces y a la vez amargas mentiras.

No hay comentarios: